NOTICIAS

Científica chilena: “Debemos ser optimistas y trabajar juntos para proteger nuestros océanos”

Carla Fonseca, con una destacada trayectoria en conservación marina y participación ciudadana, compartió sus experiencias y perspectivas sobre los desafíos ambientales que enfrentan Chile y Nueva Zelanda, en el simposio internacional “Winds of Change”.

Carla Fonseca, chilena de nacimiento y neozelandesa de adopción, ha dedicado su vida a la conservación marina y la educación ambiental.

Con un doctorado en Química de la Universidad de Chile y una maestría en Conservación Marina de la Universidad de Auckland, Fonseca ha trabajado incansablemente en proyectos que buscan proteger los ecosistemas marinos tanto en Chile como en Nueva Zelanda. Su pasión por el océano la llevó a integrarse a la Fundación Mountains to Sea, donde actualmente se desempeña como sub manager de Wai Connection en Auckland.

En el marco del simposio internacional “Winds of Change”, organizado por la Universidad de Chile y la Embajada de Nueva Zelanda en nuestro país, Carla Fonseca visitó Santiago para compartir sus conocimientos y experiencias en un evento que busca fortalecer la colaboración entre ambos países en la lucha contra el cambio climático, informó la Casa de Bello.

Chile y Nueva Zelanda, separados por miles de kilómetros, pero unidos por el Océano Pacífico, comparten desafíos ambientales similares y un compromiso común con la sostenibilidad. Este evento ha sido una oportunidad para explorar cómo estas dos naciones pueden aprender y crecer juntas en la protección de sus entornos naturales, indica la especialista. Añade, además, que “es fundamental comunicar más y mejor sobre la ciencia y la conservación”.
– Carla, cuéntanos sobre tu trayectoria académica y profesional.

Mi nombre es Carla Fonseca Paris. Soy chilena, nací aquí y estudié en la Universidad de Chile. Realicé mi pregrado en la Facultad de Ciencias Químicas y Farmacéuticas, especializándome en Química, y luego continué con un doctorado en la misma área. Fui becada por la Agencia Nacional de Investigación y Desarrollo (ANID) y, durante mi tesis de doctorado, me fui de intercambio a Nueva Zelanda. Así fue como creé mi primera conexión con ese país.

– ¿Qué te llevó a quedarte en Nueva Zelanda?
En la ciencia, estos intercambios son bastante comunes. Además, descubrí mi amor por el océano durante mi tiempo en Nueva Zelanda. Tuve la oportunidad de explorar las islas del Pacífico y trabajar en Samoa, donde me di cuenta de la destrucción de los hábitats y sentí una gran responsabilidad hacia la conservación medioambiental. Decidí hacer un postgrado en Conservación Marina en la Universidad de Otago y desde entonces he estado dedicada a esta causa.

– ¿Cómo ves la relación entre Chile y Nueva Zelanda en términos de conservación y cambio climático?
Ambos países tienen una conexión profunda con sus tierras y ecosistemas, y enfrentan desafíos ambientales similares. En temas de culturas indígenas, por ejemplo, ambos han sido profundamente afectados por la colonización, pero también están en un proceso de revitalización. En cuanto al medioambiente, tenemos muchas similitudes, como la presencia de especies similares y desafíos climáticos comunes.

– Hablando del simposio “Winds of Change”, ¿qué significa para ti participar en este evento?
“Winds of Change” es una plataforma increíble para el intercambio de conocimientos y experiencias entre Chile y Nueva Zelanda. Este programa, que ya lleva cuatro años, reúne a estudiantes de postgrado y profesionales jóvenes de ambos países para seminarios interdisciplinarios sobre cambio climático. Es una oportunidad única para conectar, aprender y trabajar juntos en soluciones sostenibles.

– ¿Cuáles son las principales amenazas que enfrenta la biodiversidad marina en Chile y Nueva Zelanda debido al cambio climático?
El cambio climático genera un calentamiento global que afecta directamente a la biodiversidad. Por ejemplo, las algas necesitan una temperatura específica para sobrevivir y cuando esta aumenta pueden morir por falta de luz en zonas más profundas. Es decir, pueden poblar zonas mas frías a medida que la temperatura del oceano aumenta pero como necesitan luz para fotosíntesis no pueden ir a zonas mas bajas y más oscuras. Los peces pueden desplazarse, pero solo hasta cierto punto. Otro ejemplo es el albatros, que anida en Nueva Zelanda y viaja hasta Chile. Cambios en su cadena alimenticia debido al calentamiento pueden afectar su ciclo de reproducción.

– Has trabajado en proyectos de educación ambiental ¿Puedes compartir alguna estrategia que podríamos aplicar en comunidades locales?
En la organización donde trabajo, Mountains to Sea Conservation Trust, realizamos proyectos educativos que incluyen visitas a colegios para enseñar la importancia de la conservación. Llevamos a los estudiantes a zonas protegidas y no protegidas para que vean la diferencia en la biodiversidad. También hacemos actividades en ríos, donde los estudiantes pueden medir la calidad del agua y observar la biodiversidad, lo cual les ayuda a entender la importancia de mantener nuestros ecosistemas saludables.

– ¿Qué rol deberían tener las universidades en la conservación y el cambio climático?
Las universidades tienen un rol crucial en la investigación y en la base científica para las políticas. Sin embargo, también debemos encontrar formas de que estos conocimientos se apliquen de manera práctica. La comunicación de la ciencia es vital para que la sociedad entienda y apoye estas iniciativas. Hay muchas personas haciendo cosas maravillosas, y es importante ser positivos y optimistas sobre nuestro impacto colectivo.

– ¿Algún mensaje final para nuestros lectores?
Debemos ser positivos y optimistas. Hay mucha gente trabajando en soluciones sostenibles y, aunque los desafíos son grandes, juntos podemos hacer una diferencia significativa. Es crucial comunicar más y mejor sobre la ciencia y la conservación para que todos estemos informados y motivados a participar en este esfuerzo global.