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Chile suma 15 años de sequía: a pesar de las lluvias, el pronóstico mantiene un panorama crítico

Regiones como Atacama y Coquimbo presentan las condiciones más adversas, con déficit de agua caída y de ocupación de embalses. Autoridades llaman a tomar un ‘consumo eficiente’ del recurso.

‘Las lluvias y nieve acumuladas durante el otoño e invierno pasado nos han dado un alivio respecto a la disponibilidad de agua’, dijo recientemente la ministra de Obras Públicas, Jessica López. Y agregó que el agua para el consumo humano está asegurada en la zona centro-sur para la temporada primavera-verano.

Sin embargo, la situación no es para alegrarse, pues ‘seguimos bajo los promedios históricos y en una situación de sequía que se extiende ya por 15 años’, lamentó López, con base en las estadísticas de la Dirección General de Aguas (DGA).

Actualmente, 44 comunas de cinco regiones están bajo un decreto de escasez hídrica, lo que implica que al menos 9% de la población, más de 1,6 millones de personas, vive en una zona con declaratoria de sequía.

Allí, ‘junto con las medidas y acciones que estamos tomando, es importante que las empresas, municipios y personas hagan un consumo responsable y eficiente del agua, con mayor énfasis durante el verano, principalmente en la Región de Coquimbo, que es la más crítica’, acotó la ministra.

Marcado déficit en estaciones meteorológicas.
Según el reporte de la DGA, para 19 cuencas en siete regiones —Atacama, Coquimbo, Valparaíso, Metropolitana, O’Higgins, Maule, Ñuble—, la situación más crítica se registra en las cuencas de Elqui, Limarí y Choapa en la Región de Coquimbo, donde, por ejemplo, hay un 100% de déficit de nieve en el cerro Olivares y un 14% de ocupación del embalse Puclaro y 8% del embalse La Paloma.

Además, el embalse El Yeso, principal reserva de la Región Metropolitana, tiene actualmente 178,6 millones de metros cúbicos, equivalentes a un 81% de su capacidad. Esto es inferior a lo acumulado a igual fecha del año pasado, cuando registraba 186,2 millones de metros cúbicos.

De manera general, los embalses estudiados tienen un 10% menos de agua almacenada que en 2023.

En cuanto al agua caída, 14 de las 26 estaciones de la Dirección Meteorológica muestran un déficit de agua caída en 2024 en comparación con un año normal. Así, son siete regiones las más afectadas, con Coquimbo y Atacama en una condición más crítica.

Además, según datos de la DGA, en comparación con los promedios acumulados entre 1991 y 2020, las mermas más importantes se registraron en Copiapó (34%) y Vallenar (27%), en la Región de Atacama.

En tanto, Salamanca y San Felipe experimentaron los mayores superávits, con 102% y 133%, respectivamente.

‘Estamos entrando en una situación de cambio del clima, que hace que haya una nueva normalidad, y que, en realidad, cuando nos comparamos con lo que es ‘normal’, ahora es un ‘normal distinto”, afirma Jorge Gironás, subdirector del Centro de Desarrollo Urbano Sustentable (Cedeus) de la UC y la U. de Concepción.

Asimismo, puntualiza que, ‘más que decir que la sequía se mantiene, hay que empezar a decir que tenemos un problema en el que estamos entrando a una condición de aridez, lo que es un cambio climático permanente’.

Medidas forzadas por la escasez
Debido a que la sequía data desde hace más de una década, se ha adoptado una serie de medidas afrontarla, según el MOP. Una, la construcción de dos plantas desaladoras, una planta de tratamiento de aguas servidas, además de construcción de pozos de agua para consumo.

Además, empresas han debido adoptar iniciativas más drásticas y, por ejemplo, la Cooperativa Agrícola Pisquera Elqui Limitada (Capel) comentó esta semana que, debido a la sequía, han reducido la producción de uva pisquera, y ejemplificó que si hace 20 años recibía 200 kilos de uva, ahora recibe 50 kilos de parte de los agrícolas cooperadores.

Otro punto que se está viendo, hace seis años, es un proyecto que busca regular la desalinización de agua de mar, además del proyecto de ley de fiscalización por infracciones al Código de Aguas, que también está en trámite desde el año pasado.

Gironás indica que ‘tenemos que poner más hincapié en la relevancia de avanzar (…), pero una cosa que me preocupa es la desconexión que puede haber entre la gestión hídrica y las otras dimensiones del territorio (…). A veces ponemos demasiado foco en mejorar las eficiencias hídricas, pero resulta que nos olvidamos de cómo hacer que esta mejora se traduzca en una sustentabilidad hídrica’.