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Opinión: “Avanzar hacia un desarrollo productivo sostenible sí depende de la investigación” por Sebastián Mandiola, Gerente de Centro de Investigación Bioforest - Arauco

La conversación que se ha generado en el último tiempo en torno al alza de tecnologías como la inteligencia artificial es pertinente. Claro que es necesario impulsar este tipo de herramientas digitales -quién podría oponerse-, pero las empresas no se pueden quedar ahí. Deben ir más allá y apuntar a generar y aplicar conocimientos a sus necesidades prioritarias para así asegurar la sostenibilidad del negocio.

Y cuando hablamos de sostenibilidad no solo nos referimos a la rentabilidad empresarial, sino también a la capacidad de la compañía para adaptarse y reducir progresivamente su impacto ambiental.

En Chile son pocas las organizaciones que cuentan con centros de investigación e innovación propios, que les permitan experimentar en busca de soluciones asociadas a su quehacer. Incluso, según datos de la subsecretaría de Ciencias, “más del 80% de los investigadores trabaja en la academia y la ven como único horizonte de inserción”. Pero eso no quiere decir que esto sea lo óptimo, muy por el contrario.

Para el sector privado, contar con un respaldo de este tipo es clave, más aún cuando ya se han adoptado las acciones o medidas convencionales para avanzar hacia un desarrollo sostenible. Para tener una gestión más eficiente, aumentar la productividad y reducir cualquier tipo de impacto.

Lo vemos con claridad en Bioforest, el centro de excelencia e investigación y desarrollo que desde hace más de 30 años ha implementado iniciativas y tecnologías que agregan valor a los negocios de Arauco. Con un fuerte trabajo que va desde los bosques a los laboratorios de biotecnología y celulosa, invernaderos, patrimonio forestal y plantas industriales, hemos sido testigo de la importancia que tiene para una compañía de esta envergadura contar con el apoyo de investigadores que formen parte de redes científicas, académicas y tecnológicas tanto en Chile como en otros lugares del mundo.

En estas tres décadas se han desarrollado proyectos para optimizar y maximizar el crecimiento de las plantaciones, revalorizar residuos, mejorar la calidad de la madera que proviene de los árboles e implementar nuevos productos como la pulpa textil, que hoy impacta en el mundo de la moda. Estos son cuatro ejemplos puntuales de una lista a la que mes a mes se añaden nuevas ideas que son sometidas a estudios y testeos para validar su potencial.

Este ejercicio de prueba y error debería estar interiorizado en todas las empresas como una práctica permanente para avanzar hacia un desarrollo productivo sostenible. No sólo tendrían un mejor desempeño económico, social y ambiental, sino que también existiría una mayor colaboración en investigación y desarrollo de cara a los desafíos que existen a nivel país.

El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor, y no refleja necesariamente la línea editorial ni postura de El Mostrador. Sustentable sólo se limita a reproducirlo.