Debemos avanzar hacia una Blue-Green Economy que integre ciencia, industria, economía, cultura y comunidad. Que entienda que proteger el océano es, en realidad, proteger la vida.
En un contexto mundial donde existe una urgencia ambiental, pero también económica y social, se requieren respuestas claras sobre el aporte de los privados en la conservación del medio ambiente. Según diversos estudios, solo el 2% de los fondos filantrópicos a nivel internacional se destinan a proyectos ambientales, dato que invita a reflexionar sobre cómo financiar y alcanzar la tan anhelada sostenibilidad.
Ante este escenario, eventos como el Blue Week de la Región de Los Lagos adquieren una relevancia estratégica, pues permite visibilizar el esfuerzo del país en esta materia y la oportunidad de convertirnos en un polo de innovación tecnológica, inversión sostenible y filantropía ambiental.
Estos desafíos no dependen de un solo actor. El desarrollo sostenible dejó hace mucho tiempo de depender exclusivamente del Estado, de las empresas o de aportes de los privados.
Por eso, lo anterior requiere de un nuevo diálogo entre las partes, que permita construir puentes entre el mundo científico, empresarial, comunitario y político. Puentes que permitan trabajar entre distintos actores, desde una nueva mirada, centrada en la confianza, donde filántropos y empresarios puedan asumir mayores grados de riesgo -invirtiendo en capital semilla, soluciones tecnológicas, descarbonización o educación ambiental-, y que estos pilotos sean impulsados, visibilizados y escalados por el Estado.
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A través de nuestra Fundación MERI y de las Reservas Elementales, hemos comprobado que los cambios son posibles cuando se articulan voluntades tan diversas como estratégicas y buscando los actores principales de cada territorio. Llevamos 25 años apostando por una ciencia con sentido, por una educación integral para la sostenibilidad que no esté únicamente centrada en la comunidad educativa, sino que busque conectar y facilitar los diálogos entre tomadores de decisión.
Debemos avanzar hacia una Blue-Green Economy que integre ciencia, industria, economía, cultura y comunidad. Que entienda que proteger el océano es, en realidad, proteger la vida. Y que posicione a Chile -y particularmente a la Región de Los Lagos, puerta de entrada de la Patagonia-, como líder en el nuevo paradigma del Siglo XXI: el de la sostenibilidad colaborativa y profundamente humana.
El verdadero liderazgo se mide no por la capacidad de administrar recursos, sino por la valentía de transformar estructuras pasadas. Tenemos la responsabilidad de abrir caminos, facilitar el diálogo y arriesgar donde otros no pueden o no quieren. Es una convicción ética frente a una crisis global.