Cerrando el círculo ¿Cuánto ha avanzado Chile en economía circular?
Chile hoy es uno de los países con más normativas que empujan cambios productivos sustentables dentro de las empresas. Con una ruta clara y una fuerte cooperación público-privada, hoy se multiplican las empresas con casos de éxito. A pesar de lo avanzado, sin embargo, aún falta camino por recorrer.
La Fundación Ellen MacArthur, en su informe “Towards a Circular Economy: Business Rationale for an Accelerated Transition”, asegura que la economía circular es restaurativa y regenerativa por diseño; busca mantener los productos, componentes y materiales en su utilidad y valor máximos todo el tiempo y propone un cambio de modelo productivo para enfrentar los desafíos ambientales y económicos de hoy. Y Chile, al parecer, ha asumido el reto de migrar a este modelo.
A nivel local, en lo que respecta al marco regulatorio, existen ya iniciativas en torno a la economía circular. Entre ellas, sobresale la Ley 20.920: Ley Marco para la Gestión de Residuos, la Responsabilidad Extendida al Productor y Fomento al Reciclaje, más conocida como Ley REP, que fomenta el reciclaje para reducir la generación de residuos y así proteger la salud de las personas y el medio ambiente. Además, se está llevando a cabo la actualización de la Hoja de Ruta para un Chile Circular al 2040 y de la Ley 21.368, que regula la entrega de plásticos de un solo uso y las botellas plásticas y que conlleva que los fabricantes, importadores y/o distribuidores de productos tengan la responsabilidad de manejar los residuos de sus productos al final de su vida útil.
“La economía circular y su impulso en el desarrollo económico de nuestro país es un eje clave del actual gobierno. Su implantación ha requerido una coordinación del sector público y privado”, explica Javiera Petersen, subsecretaria de Economía del Gobierno de Chile. Para la exconsultora del Banco Mundial, todas estas normas generarán los incentivos adecuados para impulsar los cambios tecnológicos en economía circular, orientados hacia un desarrollo productivo sostenible, aprovechando oportunidades de inversión, desarrollo I+D y la creación de nuevos puestos de empleo.
Así también lo ve Karien Volker, subgerenta de Economía Circular de la Fundación Chile, uno de los actores privados más importantes en esta alianza público-privada. Volker comenta que, a partir de este marco de acción, el país ha ido progresando en la adopción de este nuevo enfoque de producción y consumo, destacando progresos como la Ley REP para neumáticos, envases y embalajes, la instalación de modelos de reúso como las botellas retornables, la incorporación de material reciclado en la manufactura de nuevos productos y una mayor cantidad de puntos limpios y verdes para una correcta gestión y valorización de diferentes tipos de residuos.
Por otro lado, el Foro Económico Mundial, en una publicación junto a la fundación Ellen MacArthur, estimó que la economía circular puede significar ahorros de hasta 1 billón de dólares para el 2030 para quienes la integren dentro de sus procesos productivos.
Más integración, más sustentabilidad
Cambiar modelos de negocios que hasta hoy han sido exitosos no es fácil; por ello, hay algunas empresas que llevan la delantera.
Viña Concha & Toro explicó a Forbes Chile que el 98% de sus residuos cuenta con alternativas de valorización, las cuales se destinan a reciclaje o reutilización, y el 95% de la generación de residuos corresponde a residuos orgánicos, que se destinan mayoritariamente a compostaje para enmienda orgánica.
En la misma línea, Cervecería Kunstmann comenzó en 2016 un desafiante camino centrado en impulsar una gestión operacional enfocada en tres conceptos clave: equilibrio hídrico, desafío climático y vocación circular.
Mediante la implementación de buenas prácticas y proyectos de inversión, la compañía ha logrado reducir por litro de cerveza envasada el consumo de agua utilizada en la elaboración de productos y en los procesos auxiliares, así como la huella de carbono con un uso eficiente de la energía (eléctrica y térmica), con menores pérdidas end-to-end y un menor uso de vidrio no retornable.
Otro caso destacado en Chile es Aceros AZA, la principal empresa fabricante de productos de acero a partir del reciclaje de chatarra ferrosa en el país. Su proceso comienza con la recolección y procesamiento de chatarra, apoyado por una red de la cual el 90% corresponde a recicladores de base. Este material es fundido para elaborar uno de los aceros con la huella de carbono más baja de la industria a nivel mundial, afirma Julio Manterola, jefe de Comunicaciones y Sostenibilidad de la compañía.
Ante la integración anterior de procesos de economía circular en el mundo privado, la subsecretaria de Economía asegura que esta representa grandes oportunidades para la inversión en tecnología e infraestructura para un desarrollo productivo sostenible, ya que con su implementación existirá un volumen relevante de manufactura, energía, combustibles e insumos productivos producidos en el país a partir de residuos domiciliarios e industriales que hoy significan grandes pasivos ambientales
Cerrar el Círculo
Si bien los esfuerzos son notorios a nivel local, aún queda camino por recorrer en la migración a un modelo de economía circular a nivel local.
“La economía circular en Chile todavía no es tan transversal”, afirma Andrea Cifuentes, gerente de Economía Circular de Kyklos (la empresa tipo B más importante del país). Para la ejecutiva, este tipo de procesos se ha fomentado principalmente a través del reciclaje; sin embargo, no existe una política general que impulse la economía circular en todos sus ámbitos.
Una opinión parecida tiene Alex Godoy, actual director del Centro de Investigación en Sostenibilidad de la Facultad de Ingeniería de la Universidad del Desarrollo en Chile y académico del Centro Weatherhead para Asuntos Internacionales de la Universidad de Harvard, quien asegura que a la regulación chilena le falta “cerrar el círculo”; es decir, la regulación debería hacerse cargo de la vida posterior al reciclaje de los residuos.
El académico indica que los procesos de economía circular implican un cambio de paradigma en torno al modelo de negocio y, además, al consumo de las personas.
Por otro lado, Paula Rojas, directora de la carrera de Ingeniería Civil Mecánica de la Facultad de Ingeniería y Ciencias de la Universidad Adolfo Ibáñez (UAI), apunta que los desafíos en el sector privado abren también nuevas posibilidades “para innovar, mejorar la eficiencia y la competitividad, y responder a las demandas crecientes de los consumidores por productos más sostenibles”.
La economía circular representa grandes oportunidades para la inversión en tecnología e infraestructura, más investigación, desarrollo e innovación en tecnologías limpias, procesos de reciclaje y diseño de productos sostenibles para un desarrollo productivo sostenible, afirma Daniel Valdez, director de Desarrollo de Tecnologías Digitales e IA en WorkThink, empresa especializada en soluciones para grandes industrias como Codelco.
La hoja de ruta que ha trazado el Estado de Chile al 2040 se ha fijado la ambiciosa meta de reducir la generación de residuos por unidad del PIB (producto interno bruto) en un 30%. ¿Será posible cumplir este objetivo? Solo el tiempo lo dirá.
La Fundación Ellen MacArthur, en su informe “Towards a Circular Economy: Business Rationale for an Accelerated Transition”, asegura que la economía circular es restaurativa y regenerativa por diseño; busca mantener los productos, componentes y materiales en su utilidad y valor máximos todo el tiempo y propone un cambio de modelo productivo para enfrentar los desafíos ambientales y económicos de hoy. Y Chile, al parecer, ha asumido el reto de migrar a este modelo.
A nivel local, en lo que respecta al marco regulatorio, existen ya iniciativas en torno a la economía circular. Entre ellas, sobresale la Ley 20.920: Ley Marco para la Gestión de Residuos, la Responsabilidad Extendida al Productor y Fomento al Reciclaje, más conocida como Ley REP, que fomenta el reciclaje para reducir la generación de residuos y así proteger la salud de las personas y el medio ambiente. Además, se está llevando a cabo la actualización de la Hoja de Ruta para un Chile Circular al 2040 y de la Ley 21.368, que regula la entrega de plásticos de un solo uso y las botellas plásticas y que conlleva que los fabricantes, importadores y/o distribuidores de productos tengan la responsabilidad de manejar los residuos de sus productos al final de su vida útil.
“La economía circular y su impulso en el desarrollo económico de nuestro país es un eje clave del actual gobierno. Su implantación ha requerido una coordinación del sector público y privado”, explica Javiera Petersen, subsecretaria de Economía del Gobierno de Chile. Para la exconsultora del Banco Mundial, todas estas normas generarán los incentivos adecuados para impulsar los cambios tecnológicos en economía circular, orientados hacia un desarrollo productivo sostenible, aprovechando oportunidades de inversión, desarrollo I+D y la creación de nuevos puestos de empleo.
Así también lo ve Karien Volker, subgerenta de Economía Circular de la Fundación Chile, uno de los actores privados más importantes en esta alianza público-privada. Volker comenta que, a partir de este marco de acción, el país ha ido progresando en la adopción de este nuevo enfoque de producción y consumo, destacando progresos como la Ley REP para neumáticos, envases y embalajes, la instalación de modelos de reúso como las botellas retornables, la incorporación de material reciclado en la manufactura de nuevos productos y una mayor cantidad de puntos limpios y verdes para una correcta gestión y valorización de diferentes tipos de residuos.
Por otro lado, el Foro Económico Mundial, en una publicación junto a la fundación Ellen MacArthur, estimó que la economía circular puede significar ahorros de hasta 1 billón de dólares para el 2030 para quienes la integren dentro de sus procesos productivos.
Más integración, más sustentabilidad
Cambiar modelos de negocios que hasta hoy han sido exitosos no es fácil; por ello, hay algunas empresas que llevan la delantera.
Viña Concha & Toro explicó a Forbes Chile que el 98% de sus residuos cuenta con alternativas de valorización, las cuales se destinan a reciclaje o reutilización, y el 95% de la generación de residuos corresponde a residuos orgánicos, que se destinan mayoritariamente a compostaje para enmienda orgánica.
En la misma línea, Cervecería Kunstmann comenzó en 2016 un desafiante camino centrado en impulsar una gestión operacional enfocada en tres conceptos clave: equilibrio hídrico, desafío climático y vocación circular.
Mediante la implementación de buenas prácticas y proyectos de inversión, la compañía ha logrado reducir por litro de cerveza envasada el consumo de agua utilizada en la elaboración de productos y en los procesos auxiliares, así como la huella de carbono con un uso eficiente de la energía (eléctrica y térmica), con menores pérdidas end-to-end y un menor uso de vidrio no retornable.
Otro caso destacado en Chile es Aceros AZA, la principal empresa fabricante de productos de acero a partir del reciclaje de chatarra ferrosa en el país. Su proceso comienza con la recolección y procesamiento de chatarra, apoyado por una red de la cual el 90% corresponde a recicladores de base. Este material es fundido para elaborar uno de los aceros con la huella de carbono más baja de la industria a nivel mundial, afirma Julio Manterola, jefe de Comunicaciones y Sostenibilidad de la compañía.
Ante la integración anterior de procesos de economía circular en el mundo privado, la subsecretaria de Economía asegura que esta representa grandes oportunidades para la inversión en tecnología e infraestructura para un desarrollo productivo sostenible, ya que con su implementación existirá un volumen relevante de manufactura, energía, combustibles e insumos productivos producidos en el país a partir de residuos domiciliarios e industriales que hoy significan grandes pasivos ambientales
Cerrar el Círculo
Si bien los esfuerzos son notorios a nivel local, aún queda camino por recorrer en la migración a un modelo de economía circular a nivel local.
“La economía circular en Chile todavía no es tan transversal”, afirma Andrea Cifuentes, gerente de Economía Circular de Kyklos (la empresa tipo B más importante del país). Para la ejecutiva, este tipo de procesos se ha fomentado principalmente a través del reciclaje; sin embargo, no existe una política general que impulse la economía circular en todos sus ámbitos.
Una opinión parecida tiene Alex Godoy, actual director del Centro de Investigación en Sostenibilidad de la Facultad de Ingeniería de la Universidad del Desarrollo en Chile y académico del Centro Weatherhead para Asuntos Internacionales de la Universidad de Harvard, quien asegura que a la regulación chilena le falta “cerrar el círculo”; es decir, la regulación debería hacerse cargo de la vida posterior al reciclaje de los residuos.
El académico indica que los procesos de economía circular implican un cambio de paradigma en torno al modelo de negocio y, además, al consumo de las personas.
Por otro lado, Paula Rojas, directora de la carrera de Ingeniería Civil Mecánica de la Facultad de Ingeniería y Ciencias de la Universidad Adolfo Ibáñez (UAI), apunta que los desafíos en el sector privado abren también nuevas posibilidades “para innovar, mejorar la eficiencia y la competitividad, y responder a las demandas crecientes de los consumidores por productos más sostenibles”.
La economía circular representa grandes oportunidades para la inversión en tecnología e infraestructura, más investigación, desarrollo e innovación en tecnologías limpias, procesos de reciclaje y diseño de productos sostenibles para un desarrollo productivo sostenible, afirma Daniel Valdez, director de Desarrollo de Tecnologías Digitales e IA en WorkThink, empresa especializada en soluciones para grandes industrias como Codelco.
La hoja de ruta que ha trazado el Estado de Chile al 2040 se ha fijado la ambiciosa meta de reducir la generación de residuos por unidad del PIB (producto interno bruto) en un 30%. ¿Será posible cumplir este objetivo? Solo el tiempo lo dirá.