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Nueva planta desalinizadora en Coquimbo: sombras y luces de un ambicioso proyecto contra la sequía

En el contexto de la severa crisis hídrica que afecta a sus 15 comunas, se instalará la primera planta desalinizadora multipropósito en la Región de Coquimbo.

Aunque esta nueva fuente de agua se plantea como una solución eficiente, la ausencia de un marco legal provoca incertidumbre, mientras que el alto costo es otro factor que se mira con preocupación.

Entre las medidas para mitigar la crisis hídrica que afecta a la Región de Coquimbo hace más de una década y que hoy la tiene con mínimos históricos en sus embalses, entre otros efectos, se anunció en enero pasado la instalación de una planta desalinizadora multipropósito en el sector de El Panul, en la comuna de Coquimbo. Fue el Presidente de la República, Gabriel Boric, quien informó desde la ciudad puerto que este 2024 se licitará la construcción de la planta, para la cual se contempla una inversión de 300 millones de dólares. La licitación estará a cargo del Ministerio de Obras Públicas (MOP).

Se espera para 2029 la puesta en marcha de esta planta desalinizadora, que tendrá una capacidad aproximada de 1.200 litros/segundo. Además, se estima que beneficiará a unas 540.000 personas, garantizando un abastecimiento estable de agua potable para la conurbación La Serena-Coquimbo, incluyendo también agua para riego, así como el envío de agua desalinizada a Ovalle.
“Por el déficit hídrico sostenido en la región, que también indica un impacto del cambio climático, el tema de la desalinización se está tomando como una estrategia de adaptación a esta condición climática. En este caso, a través de una red de plantas desalinizadoras en Coquimbo”, señala el Dr. Orlando Astudillo, investigador del Centro de Estudios Avanzados en Zonas Áridas (CEAZA).

Y es que en conjunto con la planta de El Panul, que será la de mayor magnitud, se licitarán otras tres plantas en la región, que se ubicarán en Quilimarí, Choapa y Limarí.

“Sin duda, todos entendemos la escasez hídrica y la planta desalinizadora vendría a remediar en parte ese problema. Pero creo que hay que partir analizando por qué se provoca esta sequía. Me podrán hablar de cambio climático, pero para mí es la mala distribución de los recursos y punto. Chile es el único país del mundo donde el agua se transa en el mercado”, declara por su parte Pascual Aguilera, presidente de la Federación de Trabajadores del Mar Elqui.

En tanto, el director de Medio Ambiente de la Municipalidad de Coquimbo, Pedro Véliz, celebra la noticia para su región, aunque con cautela: “El anuncio de la construcción de una planta desaladora, en el sector de El Panul, es un paso importante hacia la resolución de nuestra escasez hídrica, pero también nos preocupa la temporalidad del proyecto”.

Falta de legislación
En diciembre de 2023 entró en vigencia la ley que amplía las facultades del MOP, permitiéndole que la infraestructura hídrica que desarrolle no solo se limite a obras de riego, sino que también pueda utilizarse para otros fines, como el consumo humano. Esto, precisamente enmarcado en el anuncio de la construcción del sistema de plantas desalinizadoras en la Región de Coquimbo, ante la emergencia por la crisis hídrica.

Sin embargo, aún hay mucha incertidumbre al respecto, ya que no existe una legislación que regule la industria de la desalación del agua de mar en Chile. En concreto, lo que hay es un proyecto de ley que se encuentra recién en discusión.
“Surgen varias brechas legales sobre el proceso de una planta de desalinización, entre ellas, dónde se ubican estos proyectos, quién da la autorización para que funcionen, cómo se van a fiscalizar o a quién corresponde la propiedad del agua que se genera ¿Se va a priorizar el agua para consumo humano? ¿O se va a fomentar para el desarrollo agrícola, a modo de mitigar también el cambio climático? Son preguntas que todavía están sin respuestas, ya que el proyecto de ley sigue en el Congreso”, destaca el investigador del Centro Científico CEAZA.
A Pascual Aguilera también le inquieta la falta de regulación y critica a “quienes hoy nos gobiernan” por “empezar a probar estas plantas desalinizadoras, si en Chile aún no contamos con una norma que regule su funcionamiento. Mientras eso no exista, creo que estamos con el riesgo inminente de que podamos, una vez más, poner los bueyes detrás de la carreta”.

Elección del lugar
Según explica el Dr. Orlando Astudillo, todos los proyectos de plantas de desalinización conllevan impactos ambientales que se deben evaluar, principalmente dependiendo de dónde se ubiquen, y recalca que son muy limitados los lugares realmente recomendables para este propósito: “Una planta desalinizadora en su funcionamiento descarga grandes volúmenes de salmuera al mar, incluso, con una concentración sobre el doble de la salinidad normal que tiene el agua de nuestras costas. También está el tema de la captura del agua de mar, es decir, para producir el agua desalinizada hay que capturar grandes volúmenes de agua de mar, donde hay organismos marinos que están en desarrollo y que son capturados por el sistema”.

“Cuando hablamos de organismos en desarrollo, por ejemplo larvas de loco, son de un tamaño menor al de un cabello cortado transversalmente. Los organismos de esas dimensiones son arrastrados al interior del sistema y no logran completar su desarrollo. Tampoco llegan a reproducirse y por ende se produce un efecto ecosistémico”, agrega el investigador de CEAZA, quien asegura que tanto para mitigar el impacto de la salmuera, como para el de la captura de organismos en desarrollo, la elección del lugar es crucial.

No obstante, el experto comenta que la tecnología de la desalinización ha avanzado bastante: “Ahora los sistemas de descarga de salmuera maximizan que la pluma salina se disperse rápidamente y el área de influencia, donde las condiciones del agua son distintas a las condiciones naturales, se acote al mínimo. Porque son tuberías extensas con un sistema de difusores que emiten pulsos de salmuera con mucha presión, de forma que se atomiza el vertido y eso ayuda a que se mezcle más rápidamente con las corrientes”.

“Y un punto a favor que tienen nuestras costas, es que hay un régimen de corriente que es muy intenso, el Jet Costero, que depende principalmente del régimen de viento. Y el régimen de viento dominante, a lo largo del año, es viento sur; es decir, que promueve una corriente intensa en superficie hacia el norte. Esa corriente, sumada al oleaje, a la marea y a los remolinos que se producen continuamente, por la interacción que hay entre las corrientes, ayuda a que se disperse rápidamente la salmuera”, aclara el integrante del Centro de Estudios Avanzados en Zonas Áridas.

Según diversas investigaciones que se han realizado en el sector de El Panul y dentro del área donde está planeada la operación de la planta desalinizadora, se ha determinado que es un lugar con condiciones favorables respecto a los dos puntos ya mencionados.

Sin embargo, Pascual Aguilera no está de acuerdo con la ubicación escogida: “¿Por qué no ponen la planta un poco más al sur, donde no afecte el desarrollo de nuestra actividad? Hoy los recursos del mar son cada día más escasos, la pesca agoniza y, más encima, nos pretenden instalar una planta que pone en serio riesgo las áreas de manejo, que son una de las únicas fuentes de desarrollo de los pescadores”.

“Nadie dice que no la hagan, pero córranse unas pocos kilómetros más al sur ¿Por qué la están haciendo ahí? Porque es el lugar más económico para ellos. Están cerca de todo y tienen la carretera al lado, entonces todo les va a salir más barato”, expresa el dirigente pesquero.

“Tenemos áreas de manejo colindantes al lugar donde va a estar la planta, están en el mismo sector y se van a ver seriamente afectadas. Pero eso a nadie le interesa, y a la vez refleja un absoluto y total desconocimiento de quienes hoy día están dirigiendo el país”, se lamenta Aguilera.

Mitigar impactos
Desde sus respectivas miradas, los distintos actores coinciden en la necesidad de aminorar los impactos que podría acarrear la instalación de la planta desalinizadora en El Panul.

“Es fundamental que esta iniciativa se lleve a cabo con un enfoque integral de sostenibilidad ambiental, garantizando que se implementen medidas para minimizar cualquier impacto negativo en el ecosistema local. Asimismo, que se adopten prácticas de gestión del agua que promuevan la conservación y el uso eficiente de este recurso invaluable”, sostiene Pedro Véliz, Director de Medio Ambiente de la Municipalidad de Coquimbo.

Esta opinión la comparte la Gobernadora Regional, Krist Naranjo, quien revela que desde la Gobernación manifestaron sus inquietudes al Ministerio de Obras Públicas. “Hemos solicitado al MOP y a Concesiones que esta planta pueda diversificar y reciclar la sal, y no devolverla al mar, porque va con todos los químicos que tiene el proceso”.

“Hemos hecho ver ese punto porque creemos que es fácil de resolver en la etapa de diseño. Es factible de incorporar y también hay varias soluciones prácticas para reutilizar. Vamos a insistir en que en el diseño de la planta que anunció el Presidente Gabriel Boric pueda incluirse esto de reciclar la sal”, subraya la Gobernadora de Coquimbo.

“Además, queremos que permanezcan los pescadores en el sector, también los turistas y para eso tenemos que resguardar el entorno y el medio ambiente marino”, indica Krist Naranjo, quien ha levantado medidas sociales y económicas en medio de la crisis hídrica que afecta a su región.

“La necesidad de agua es algo patente y no lo podemos desconocer. Pero si va a operar una planta de desalinización, tiene que hacerlo de forma amigable con el ecosistema, así como con las actividades productivas que se desarrollan en el borde costero. Hay que hacerlo con evidencia científica y técnica”, declara el Dr. Astudillo, sumando que el monitoreo de la planta debe extenderse durante todo el proceso.

“En el área de influencia de la planta, donde las condiciones del agua se diferencian de la que es natural, se deben establecer paneles de medición para estar evaluando que no se produzcan situaciones de contaminación que sobrepasen el umbral establecido”, afirma el investigador CEAZA.

Altos costos
Si bien la planta desalinizadora multipropósito surge como una medida frente al severo déficit hídrico, no todos coinciden en que sea la mejor solución al problema. Especialmente la Federación de Trabajadores del Mar (Fetramar) Elqui, cuyo presidente manifiesta que su organización no ha sido considerada en este proceso que involucra directamente a su fuente laboral.

“Hoy día el agua la van a sacar del mar y los residuos los van a tirar al mar. Entonces, ¿con quién tienen que conversar? Con la gente que trabaja en el mar ¿Y qué van a hacer con esta plantita desalinizadora? Ya que va a ser más fácil desalar y abastecer la ciudad, que está a la orilla del mar, nos van a hacer tomar agua desalada. Mientras que, la poca agua que se genere a través de los deshielos, de la nieve o de las lluvias, va a seguir siendo utilizada para la mega agricultura y los proyectos mineros que están hacia arriba en la cordillera”, reflexiona Pascual Aguilera.

Al respecto, Pedro Véliz, de la Municipalidad de Coquimbo, sugiere que “debería ser obligatorio por ley que las mineras utilicen agua de desaladora para sus procesos”.

Tema aparte es el alto costo económico que implica la desalinización. “El sentido común indica que vamos a tener que pagar más. La planta desalinizadora en Coquimbo sería parte de la solución, sin duda va a ayudar pero, ¿cuál es el beneficio para el ciudadano común? Al contrario, va a tener que pagar un ticket de agua más caro, porque se tiene que recuperar la inversión. Entonces, ¿dónde está la ganancia para el pueblo?”, se pregunta el dirigente de los pescadores.
“El costo es un desafío, porque efectivamente tiene un gran costo asociado por todo lo que involucra el proceso. Estos proyectos tienen un alto consumo energético y (…) eso incrementa el valor, lo que final va a limitar quienes puedan acceder a ese recurso”, expresa el Dr. Astudillo.

A su vez, la académica del Departamento de Geografía de la Universidad de Chile, María Christina Fragkou plantea que “de ninguna manera es negativo que tengamos una nueva fuente de agua, pero sin duda hay que pensar que es un agua muy cara, por lo que hay que ver quién puede pagar por ella y para quién será el agua desalinizada ¿Será agua desalinizada para la minería que quiere seguir funcionando en zonas áridas o afectadas por la sequía? ¿O será agua para que la gente la tome?”.

“Si bien es una solución costosa, es una solución que es fácil. Es como decir, ahora que agotamos las fuentes continentales, subterráneas y superficiales, vamos a producir agua dulce desde el agua del mar. En vez de que esta crisis me obligue a reconsiderar mi modelo de desarrollo, mi modelo de gestión o gobernanza del agua, tan solo abre espacio para un nuevo mercado del agua, que es la desalinización”, añade la también integrante del Centro de Ciencia del Clima y la Resiliencia (CR2).

Propuestas y reflexiones
¿Qué sugieren los distintos actores para mejorar el proceso de instalación y funcionamiento de una planta desalinizadora?

“Podría analizarse la escala. Quizás podrían ser más plantas más
pequeñas, que tengan un menor impacto en el entorno. Particularmente sobre vestigios arqueológicos o vegetación endémica, hoy día en peligro de extinción, que podrían verse afectados con un proyecto tan grande como el de El Panul. O se podrían dañar aún más zonas que ya son vulnerables. Por eso la idea es instalar más plantas, pero más pequeñas. Y eso se está analizando”, destaca la Gobernadora Regional de Coquimbo, Krist Naranjo.

En tanto que el investigador de CEAZA propone la realización de estudios acabados. “Ya que faltan unos buenos años para que esta planta se implemente y entre en operación, sería interesante, por ejemplo, estar midiendo desde ya las condiciones naturales que hay en el lugar. Así después se puede evaluar efectivamente si hay cambios una vez que entre en funcionamiento. Esta es una oportunidad ideal”.

“Ya que estamos empezando con la desalinización, tenemos que ser rigurosos para que esto ayude a mitigar la crisis, pero a la vez se desarrolle de modo sustentable. Y en caso de que las precipitaciones vuelvan, va a quedar como una alternativa para el desarrollo productivo, para la minería, para la agricultura, pero también como una opción para los periodos en que ya sabemos que la sequía se extiende por varios años”, señala el Dr. Orlando Astudillo.

María Christina Fragkou no pone todas sus fichas en la desalinización, al menos no en este momento. “Siento que ha habido mucho descanso en el tema de la desalinización. Como que las autoridades dan un poco por perdido el caso y proponen, como única solución, traer una fuente nueva del agua, que es la desalinizada. Yo no soy muy partidaria de esta solución, si es que es la única medida en que la que piensan las autoridades”, admite la académica del Departamento de Geografía de la U. de Chile.

“Ahora, si hay un plan integral que busca reducir el consumo de agua, recuperar ciertos ecosistemas que se han dañado, recobrar fuentes hídricas que se han agotado y, al mismo tiempo, reutilizar aguas grises y desalinizar, ahí ya el escenario es mucho más completo y con miras a ser exitoso. Recomiendo no descansar en una tecnología, no copiar y pegar soluciones”, complementa Fragkou.

Pascual Aguilera, finalmente, hace un llamado a que incorporen a los pescadores a este diálogo. “Queremos ser parte de este proceso, porque también tenemos algo que aportar. No es que nos opongamos a todo, sino que nos gustaría sentarnos a conversar con el Estado, con las autoridades, y darles a conocer nuestra postura ¡Llámennos a conversar!”.

“No somos tontos para no entender que hoy día hace falta agua, eso está más que claro. Pero seamos parte todos en conjunto de la solución. Y no a costa de terminar con una actividad ancestral, porque cada día son más escasos los pescadores. Por lo mismo, porque ya no van quedando recursos en el mar”, sentencia el presidente de Fetramar Elqui.