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Opinión: “La vulnerabilidad de Chile frente al cambio climático” por Pablo Rebolledo, Director de la Escuela de Ciencias Ambientales y Sustentabilidad de la Universidad Andrés Bello

La regeneración va más allá de la sostenibilidad. No se trata solo de reducir el impacto negativo, sino de restaurar y mejorar activamente los ecosistemas. En este paradigma, el ser humano es un componente más de la naturaleza, cuya supervivencia depende de la salud de los ecosistemas. La regeneración invita a repensar nuestras ciudades, industrias y modos de vida, buscando un desarrollo que beneficie no solo a las personas, sino a todas las formas de vida.

En el marco de la conmemoración del Día Internacional contra el Cambio Climático, celebrado cada 24 de octubre, el mundo evoca un recordatorio de la urgencia de actuar frente a los efectos devastadores del calentamiento global. Aunque no es una fecha proclamada oficialmente por las Naciones Unidas, su relevancia es clara, ya que aborda uno de los Objetivos de Desarrollo Sostenible más críticos: la Acción por el Clima.

El cambio climático no es solo un problema ambiental, afecta a todas las formas de vida en la Tierra. Los gases de efecto invernadero, como el dióxido de carbono (CO2), han alcanzado niveles históricos debido a la actividad humana, con consecuencias que se sienten en todo el planeta. Aunque el desarrollo industrial ha mejorado la calidad de vida para muchos, también ha impuesto una carga considerable sobre los ecosistemas.

Chile es uno de los países más vulnerables al cambio climático. Sus costas, montañas y valles sufren los efectos del aumento de temperaturas y los fenómenos climáticos extremos. La sequía que azota gran parte del país es un ejemplo de cómo el cambio climático afecta nuestra capacidad de subsistencia. Sin embargo, en lugar de simplemente adaptarnos a este escenario, es momento de pensar en términos de regeneración.

La regeneración va más allá de la sostenibilidad. No se trata solo de reducir el impacto negativo, sino de restaurar y mejorar activamente los ecosistemas. En este paradigma, el ser humano es un componente más de la naturaleza, cuya supervivencia depende de la salud de los ecosistemas. La regeneración invita a repensar nuestras ciudades, industrias y modos de vida, buscando un desarrollo que beneficie no solo a las personas, sino a todas las formas de vida.

Uno de los grandes retos en Chile es reducir nuestra huella de carbono, en países más desarrollados, se invierte en infraestructura ferroviaria para reducir los vuelos cortos y el impacto climático de los viajes. Chile, que en su momento fue pionero en transporte ferroviario, tiene la oportunidad de retomar ese liderazgo. Un sistema ferroviario moderno no solo facilitaría el desplazamiento a lo largo del país, sino que también reduciría significativamente nuestras emisiones y permitiría el desarrollo de actividades menos contaminantes, como el ecoturismo.

En el Día Internacional contra el Cambio Climático, Chile tiene la oportunidad de reflexionar sobre su rol en la lucha global por la preservación del planeta. No basta con reducir el daño; debemos regenerar, restaurar y mejorar los sistemas naturales de los que dependemos. El desarrollo no debe verse como una lucha por recursos limitados, sino como una oportunidad para crear un mundo donde todas las formas de vida prosperen en armonía.

El cambio climático es un desafío enorme, pero también una oportunidad para repensar nuestro futuro. La regeneración ofrece una visión de esperanza, donde no solo mitigamos los efectos negativos de nuestra presencia en el planeta, sino que también creamos un entorno donde naturaleza y humanidad coexistan en equilibrio. Nuestro país, con su riqueza natural e historia de innovación, puede liderar este cambio. Es hora de regenerar, no solo por nosotros, sino por todas las formas de vida que comparten este planeta.