Opinión: "Infraestructura, motor para el bienestar social", por Diana Posada y Denys Pavez
La infraestructura es el pilar fundamental del progreso en cualquier sociedad, y su desarrollo y mantenimiento adecuado ejercen un impacto directo en la calidad de vida de sus habitantes. Sin embargo, en el contexto de los desafíos económicos, sociales y ambientales actuales, la necesidad urgente de avanzar en proyectos se vuelve más apremiante que nunca.
A medida que respondemos a esta urgencia, es imperativo que mantengamos a las personas en el núcleo de todas nuestras decisiones y acciones. La infraestructura no debe ser concebida simplemente como un logro técnico o económico, sino como un motor para el bienestar social.
Desde nuestra perspectiva, hay tres ámbitos que deben ser cuidadosamente atendidos y protegidos
Acceso Universal y Movilidad Inclusiva
El acceso universal implica garantizar que todas las personas tengan la posibilidad de optar a servicios esenciales como agua potable, electricidad y atención médica. Además, invertir en infraestructura social, como la construcción de hospitales y escuelas, tiene un impacto directo en la mejora del bienestar de las comunidades al asegurar que todos tengan igualdad de oportunidades para acceder a servicios críticos.
Paralelamente, la promoción de la movilidad inclusiva se relaciona con hacer que la infraestructura de transporte público y vial sea accesible para todas las personas, incluyendo aquellas con discapacidades. Esto no sólo fomenta la participación plena en la sociedad, sino que también elimina obstáculos que podrían restringir el acceso a lugares, empleos y servicios, contribuyendo así al bienestar general de la población.
Empleos de calidad y descentralización del desarrollo y la inversión
La creación de empleos de calidad -como parte del enfoque en el desarrollo económico equitativo-, implica considerar no solo la cantidad de puestos de trabajo generados, sino también la calidad de los mismos en la planificación y ejecución de proyectos de infraestructura. Esto se traduce en la oferta de oportunidades laborales estables y remuneradas en función de la contribución y agregación de valor para la fuerza laboral local.
Esta mirada no solo impulsa el desarrollo económico, sino que también persigue elevar el nivel de vida de las personas, al proporcionar empleos que les permiten “vivir de manera digna”.
La descentralización del desarrollo y la inversión se refiere a la distribución equitativa de oportunidades económicas en diferentes regiones del país. Esta meta se puede alcanzar mediante una planificación efectiva de largo plazo de la infraestructura, lo que exige analizar y vincular regiones que históricamente han quedado rezagadas, reduciendo así las disparidades económicas y sociales y promoviendo un desarrollo sostenible que genere valor en el país.
Consulta, participación y diseño Centrado en el usuario.
La consulta y la participación comunitaria juegan un papel fundamental en la planificación y ejecución de proyectos de infraestructura al incorporar las voces y opiniones de las comunidades donde se insertarán los proyectos. Esto garantiza que las soluciones tengan una mirada sistémica pues -al contar con información valiosa sobre las preocupaciones locales-, se promueve la transparencia y se da legitimidad en el proceso de desarrollo de infraestructura.
Al mismo tiempo, el diseño centrado en el usuario significa que la infraestructura se planifica y construye, considerando las necesidades y deseos de quienes la utilizarán. Esto abarca desde la creación de espacios públicos atractivos hasta sistemas de transporte eficientes, asegurando que la infraestructura sea genuinamente funcional y beneficiosa para la sociedad en su conjunto.
Se han logrado avances notables en estos ámbitos como lo demuestra la exitosa implementación de proyectos público-privados en diversas áreas, como en infraestructura para transporte público, construcción y modernización de instalaciones de salud, infraestructura de generación y transmisión de renovables, viviendas y la creación de espacios públicos. Estos ejemplos ilustran de manera elocuente cómo la infraestructura en Chile puede ser diseñada y ejecutada con la prioridad de beneficiar a toda la sociedad, impulsando la accesibilidad, generando empleos de alta calidad y fomentando la participación activa de la comunidad.
Es fundamental mantener a las personas en el centro de nuestras decisiones al momento de realizar la planificación y desarrollo de la infraestructura.
Sigamos potenciando este enfoque como un motor genuino para el bienestar social.
A medida que respondemos a esta urgencia, es imperativo que mantengamos a las personas en el núcleo de todas nuestras decisiones y acciones. La infraestructura no debe ser concebida simplemente como un logro técnico o económico, sino como un motor para el bienestar social.
Desde nuestra perspectiva, hay tres ámbitos que deben ser cuidadosamente atendidos y protegidos
Acceso Universal y Movilidad Inclusiva
El acceso universal implica garantizar que todas las personas tengan la posibilidad de optar a servicios esenciales como agua potable, electricidad y atención médica. Además, invertir en infraestructura social, como la construcción de hospitales y escuelas, tiene un impacto directo en la mejora del bienestar de las comunidades al asegurar que todos tengan igualdad de oportunidades para acceder a servicios críticos.
Paralelamente, la promoción de la movilidad inclusiva se relaciona con hacer que la infraestructura de transporte público y vial sea accesible para todas las personas, incluyendo aquellas con discapacidades. Esto no sólo fomenta la participación plena en la sociedad, sino que también elimina obstáculos que podrían restringir el acceso a lugares, empleos y servicios, contribuyendo así al bienestar general de la población.
Empleos de calidad y descentralización del desarrollo y la inversión
La creación de empleos de calidad -como parte del enfoque en el desarrollo económico equitativo-, implica considerar no solo la cantidad de puestos de trabajo generados, sino también la calidad de los mismos en la planificación y ejecución de proyectos de infraestructura. Esto se traduce en la oferta de oportunidades laborales estables y remuneradas en función de la contribución y agregación de valor para la fuerza laboral local.
Esta mirada no solo impulsa el desarrollo económico, sino que también persigue elevar el nivel de vida de las personas, al proporcionar empleos que les permiten “vivir de manera digna”.
La descentralización del desarrollo y la inversión se refiere a la distribución equitativa de oportunidades económicas en diferentes regiones del país. Esta meta se puede alcanzar mediante una planificación efectiva de largo plazo de la infraestructura, lo que exige analizar y vincular regiones que históricamente han quedado rezagadas, reduciendo así las disparidades económicas y sociales y promoviendo un desarrollo sostenible que genere valor en el país.
Consulta, participación y diseño Centrado en el usuario.
La consulta y la participación comunitaria juegan un papel fundamental en la planificación y ejecución de proyectos de infraestructura al incorporar las voces y opiniones de las comunidades donde se insertarán los proyectos. Esto garantiza que las soluciones tengan una mirada sistémica pues -al contar con información valiosa sobre las preocupaciones locales-, se promueve la transparencia y se da legitimidad en el proceso de desarrollo de infraestructura.
Al mismo tiempo, el diseño centrado en el usuario significa que la infraestructura se planifica y construye, considerando las necesidades y deseos de quienes la utilizarán. Esto abarca desde la creación de espacios públicos atractivos hasta sistemas de transporte eficientes, asegurando que la infraestructura sea genuinamente funcional y beneficiosa para la sociedad en su conjunto.
Se han logrado avances notables en estos ámbitos como lo demuestra la exitosa implementación de proyectos público-privados en diversas áreas, como en infraestructura para transporte público, construcción y modernización de instalaciones de salud, infraestructura de generación y transmisión de renovables, viviendas y la creación de espacios públicos. Estos ejemplos ilustran de manera elocuente cómo la infraestructura en Chile puede ser diseñada y ejecutada con la prioridad de beneficiar a toda la sociedad, impulsando la accesibilidad, generando empleos de alta calidad y fomentando la participación activa de la comunidad.
Es fundamental mantener a las personas en el centro de nuestras decisiones al momento de realizar la planificación y desarrollo de la infraestructura.
Sigamos potenciando este enfoque como un motor genuino para el bienestar social.