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Develan que polvo con arsénico de minas de cobre viaja hasta 70 km y contamina el desierto

Polvo contaminado con metales tóxicos se dispersa desde minas de cobre por largas distancias en el desierto, y se deposita en la superficie exponiendo a comunidades rurales lejanas, no contempladas en planes de descontaminación o monitoreo. Esta es la conclusión de un nuevo estudio.

Por sus características únicas, el desierto de Atacama es un territorio con presencia naturalmente alta de metales como el arsénico o el cobre. Pero un nuevo estudio sugiere que la minería del cobre incide en la dispersión de polvo contaminado con metales pesados, haciéndolo viajar hasta 70 km viento abajo y poniendo en riesgo la salud de comunidades no tan aledañas a las minas, y territorio indígena.

Se trata de un análisis de investigadores de Chile y Alemania que encontraron metales relacionados con la minería en superficies muy lejanas a las zonas inmediatamente cercanas a las minas, y estudiaron las concentraciones de algunos contaminantes.

El estudio detectó un fuerte aumento en la concentración de cobre, molibdeno y sobre todo de arsénico, en áreas que se extendían hasta 50 km desde la actividad minera en el caso de los primeros dos, y hasta 70 km viento abajo en el caso del arsénico. El estudio devela una dispersión de los contaminantes a una distancia mayor de la que se suele considerar, donde los estudios sobre impacto ambiental se centran en zonas más cercanas a la actividad minera.

“El análisis que presentamos urge a una examinación crítica de la normalización de la contaminación en el desierto de Atacama. Más allá de la presencia innegable de metales de fuentes naturales, este trabajo delinea claramente el rol significativo de la minería en su dispersión”, se lee en el estudio.

Ante la evidencia, llaman a expandir los protocolos de monitoreo para entender los efectos combinados de múltiples fuentes y para establecer límites aceptables de concentración de contaminantes en el suelo, el polvo depositado y otras matrices. Esto como primer paso para disminuir la exposición a riesgos de salud en zonas históricamente mineras.

Polvo contaminado
“El polvo con contaminantes se deposita en la superficie y por eso nosotros lo encontramos en los sedimentos. Si está en el suelo, también podría estar depositándose en poblados, en cultivos o en cuerpos de agua”, comenta uno de los investigadores del estudio, Nicolás Zanetta, que recuerda otros dos estudios que realizó en la misma línea, donde encontraron metales depositados en techos y ventanas de comunidades indígenas del Alto el Loa, en el desierto al norte de Calama, o incluso en los anillos de los árboles.

Mientras que las intoxicaciones agudas por arsénico incluyen vómitos, dolor abdominal y diarrea, la exposición prolongada puede generar lesiones cutáneas, cáncer de piel, vejiga y pulmón. La exposición a arsénico se vincula a problemas en el embarazo, mortalidad infantil y problemas de desarrollo cognitivo, de inteligencia y memoria.

La exposición prolongada al cobre o el molibdeno también se ha asociado a aumento en el riesgo de distintos tipos de cáncer, problemas de desarrollo, daños al hígado o al riñón.

Los investigadores argumentan que esta contaminación puede estar afectando localidades rurales y comunidades indígenas que no son frecuentemente monitoreadas ni incluidas dentro de planes de contaminación, los que por lo general se centran en ciudades.

El investigador destaca la falta de límites aceptables o permitidos en Chile para la concentración de metales y metaloides en suelos. “Las normativas que nosotros consideramos, como la italiana o alemana, establecen límites muy por debajo de las concentraciones que hemos encontrado en estas zonas del desierto”, comenta.